FACEBOOK:

FACEBOOK

Melanie Anabella

Contador de curiosos

lunes, 19 de marzo de 2018


En la máquina del tiempo, volviendo exactamente un año atrás, ahí estaba yo, esperando el colectivo con el corazón totalmente destrozado y una cara que no podía disimular siquiera  un segundo, la cantidad de horas que llevaba llorando desconsoladamente, sin parar.

Había soñado toda mi vida encontrar un amor como el que sentía en ese entonces, mi vida dio un giro total cuando llegó y todo fue hermoso, hasta que este día tuvo que golpearme,  nadie sabe lo fuerte que me golpeó, es algo que jamás voy a poder olvidar.
Me sentía perdida, totalmente desilusionada, estafada por el mismo Universo que me había regalado algo tan hermoso, para después arrancarlo de mis brazos en un segundo, sin previo aviso.

El paso de los días no hacía más que hundirme en una tristeza que parecía no tener fin, todos prometían una y otra vez que el dolor iba a pasar pero yo no creía esas palabras, porque todo era gris en mi cabeza y también, por supuesto, a mi alrededor.
 Fueron muchos los días en que despertaba y sin siquiera abrir los ojos lloraba, así empezaba mi rutina y seguramente el día terminaba igual.

Yo sé lo que es esperar una respuesta que no llega, haber dado tanto y sentir que no fue reciproco, no de la manera en que supe dar, creo que una mujer cuando realmente ama de la forma más real y pura se entrega tan completa que no se detiene a pensar ni un momento en las consecuencias, porque es inevitable, porque no entra en la mente la sola idea de dejar ir algo tan inmenso, soltarle la mano a una persona con la que deseabas desde lo más profundo del corazón formar un camino donde solo exista la compañía y el respeto, porque ese era mi sueño, un sueño que solo deseaba vivir con la admiración y felicidad que siempre sentí merecer.
Pero la vida tenía otros planes diferentes a los que yo me estaba armando, sabía que tenía que ser fuerte pero solo perdía peso, cada vez que me miraba en el espejo veía los restos de la mujer inmensamente enamorada que había sido y lloré de dolor hasta el cansancio, por meses y meses no me di la chance de salir de mi propia burbuja mental, de conocer a alguien más, porque los planes para distraerme no funcionaban jamás, por mucho que intentaba esforzarme, mi cuerpo estaba ahí, mi mente quien sabe, yo no sabía tampoco, no sabía como equilibrarme.

Noches enteras de cuestionarme como salir de esa sensación de soledad y ese dolor en el pecho que no me dejaba respirar, en el techo de la casa de mis papás, siempre escribiendo, sentada mirando al cielo, pidiendo que pare por favor, que alguien pare el dolor que me estaba ahogando cada día un poco más.

Llamadas que no eran devueltas, mensajes ignorados, discusiones sin ningún sentido sobre algo que ya había terminado, estancada en mi propio laberinto mental.
Dios sabe de toda la energía que invertí para salir de ese estado, no me rendí ni desanimada.

De pronto ya podía caminar de madrugada por la calle sin sentirme desprotegida, sin llorar desconsolada, así también empecé a ver en el espejo una mirada diferente, una sonrisa diferente pero no era suficiente, porque una relación terminada es un espejo inmenso que nos devuelve el foco a nuestra propia vida y la negación inconciente de esto es lo que provoca no poder desapegarnos de lo que creemos que debería haber sido y NO ES;

9 meses pasaron para que yo vuelva a nacer, exactamente 9 meses para que vuelva a emprender un viaje al lugar donde sabía y sé, siempre me devuelve la alegría y la vitalidad que pierdo cuando descuido mi energía, que es tan linda y tan grande.

Volví a armar mi valija con los miedos de siempre, con las dudas de siempre pero con una certeza inmensa en el alma: Voy a sanar hasta la herida más insignificante por la que haya tenido que pasar no solo en esta historia, sino en mis 25 años, voy a grabarme a fuego la lección que me tocó, para jamás olvidarme que el foco de mi vida tengo que ser yo misma siempre, mis sueños y anhelos más profundos, que tanto me costaron aceptar y  sobre todo voy a brillar donde sea que pise, siempre con mi autenticidad de escudo y dejando en claro lo mucho que creo en mí.

Brasil me ama tanto como yo amo estar en su tierra. Yo siento como fluye todo al momento en que me adapto, es algo inexplicable.
Esta vez me propuse que el tiempo fuera indefinido, aunque no voy a estar más de un año, porque mi meta es otra, quiero aprovechar cada momento de todo lo bueno que la vida me da y no volver a sufrir de esa manera nunca más; Eso es todo lo que sé, no me lo permitiría por nada, ni en mi próxima vida, sé que estoy preparada para todo lo que ya está llegando, preparada para recibirlo con mis brazos abiertos y la sonrisa que se apagó por un tiempo en su momento pero que ahora está intacta, en mi cara las 24 horas para no irse por nada, por nadie.

Al principio todo me recordaba lo que vine a olvidar, lo que vine a soltar, ya con el paso de los días logré adaptarme, logré realmente elegir con el corazón el lugar donde decidí vivir y puedo decir que ese amor que yo sentí por alguien más no murió, no quedó en el aire, no desapareció, ese amor existe en mí, para mí, ese amor me ayudó a revivir, a que hoy pueda mirarme en el espejo y ya no vea ni tristeza, ni dolor, sino A MI, entera, completa, bien firme y fuerte en mis convicciones. 

Me gané realmente el tatuaje que tengo en mi hombro izquierdo,
Soy resiliente hasta la médula, saqué del dolor más profundo la lección más importante de mi vida y sé que voy a mantenerla por el resto de mis días, HOY sí puedo decir con total firmeza que me amo profundamente, mucho más de lo que haya podido imaginar y que estoy totalmente segura de que la vida tiene para ofrecerme miles de aventuras nuevas, miles de experiencias diferentes y tantas otras personas que van a aparecer a lo largo de este camino para darme el amor que yo misma me doy, el respeto inmenso que tengo por todo lo que me hace la mujer que soy y la admiración que yo siento cuando miro para atrás.

En este momento solo disfruto la belleza de mi presente, de no extrañar a nadie, de no sentir ningún tipo de dolor o rencor, disfruto de la mágia que genera ser agradecida con absolutamente todo lo que llega y se va, disfruto de mí misma, de verme cada día más hermosa porque sé que es realmente desde adentro hacia afuera, florezco cada día más y todo parece tener sentido.

Puedo mirar atrás y sentir una felicidad inmensa por mí misma, un orgullo que no puedo explicar en palabras, que la vida me haya dado tanta salud para poder disfrutar las cosas que veo desde que despierto hasta que vuelvo a dormir, estos paisajes que son un paraíso y que hoy son mi casa, mi lugar.
Puedo mirar atrás y el pecho me explota de alegría porque recuerdo que no podía levantarme de la cama de tanta tristeza y hoy no me alcanza el día para todas las cosas que quiero hacer, porque necesito un día de 28 horas para todas las actividades y lugares a los que quiero ir, para toda la gente hermosa con la que estoy compartiendo lo lindo que es sanar, lo difícil que es curarse a sí mismo y no puedo no decir lo valiente que me siento, lo mucho que respeto a cada persona que pasa por este proceso de levantarse solito y moverse donde la vida lo lleve para no cargarse con amarguras, para avanzar sin parar.

Vine acá a crecer física, espiritual, mental y emocionalmente.
Vine acá porque no podía ir a ningún otro lugar que no sea el que planeé la primera vez que viajé, cosa que al final… no hice, por amor, porque me enamoré con todas las fuerzas y decidí volver a Buenos Aires. Dónde más iba a ir si no era acá? para encontrarme con lo que nunca tenía que haber perdido, el amor por mi propia vida.

Vivo por un propósito mucho mayor que cualquier deseo de mi propio ego, vivo por una meta que todavía no sé como voy a llevar a cabo, vivo por los sueños que la vida suspiró en mi oído una y otra vez, hasta que se cansó de que no quiera escuchar y los gritó con todas las fuerzas para que abra los ojos, me sacudió y me enseñó al 100 por 100 lo que tanto predico, el amor propio y sus bendiciones, lo fuerte que es para esta tierra la energía que emana una mujer que se valora por encima de todo, porque lo contagia donde quiera que va, porque esas palabras que tanto dije, que tanto escribí sobre ponerse primero, se me hicieron carne y son hoy lo que respiro, lo que transmito, lo que se ve cuando me ven.

No me cansaría nunca de agradecer la oportunidad de estar acá, de estar lo suficientemente presente para ser mi propia testigo, testigo de como todo se va amoldando a medida que uno entiende que es hora de crecer, a medida que se despoja uno de sus propias limitaciones, de sus miedos, me siento desnuda de todo eso, siento que al fin brilla de nuevo esa luz en mí, que floto cuando camino, que sonrío y sin motivo pero que a su vez los tengo todos, todos los motivos y más;

Creo que la vida fue tan buena conmigo que no puedo guardar ningún tipo de rencor con nadie, es que hay gente que se va de este mundo sin saber lo que es amar tan profundamente como amé, hay gente que se va de este mundo sin poder apreciar la lección tan inmensa de amarse desde lo más profundo como lo estoy haciendo.

Sé que a partir de ahora todo lo que atraiga va a nacer desde ese sentimiento que tengo por mí misma y me llena de felicidad, porque al fin estoy lista, al fin estoy donde quería estar, donde tantas noches escribí rogando por favor, que llegue este momento donde pueda verme así, donde los colores estén vivos a mis ojos, donde pueda disfrutar de mi propia compañía sabiendo que no me falta nada, porque mente/cuerpo están viviendo en el momento presente, estoy completa y no voy a soltarme la mano, porque lo mejor está viniendo, lo mejor ya está acá.
Y ahora solo me queda disfrutar, como lo estoy haciendo.
De los nuevos amores, amistades y anécdotas que la vida guardó para mí acá mismo.

Y despido la temporada de Piscis que fue para soltar por completo, feliz porque lo hice, ahora puedo recibir la temporada de Aries con esto que escribo, la temporada de los verdaderos inicios, la primavera astral, libre para florecer y florecer sin parar.

Que la mágia siga todo el año!

No hay comentarios: